Monday, September 04, 2006

BAYLY: ¡VIVA LA PIRATERÍA!

El encanto de ser pirata
Avanzo lentamente, al timón de mi camioneta, por una avenida congestionada de Lima. Me detengo en una semáforo en rojo. Un vendedor ambulante me saluda con cariño, golpea el vidrio, me hace señas para que baje la ventana. Me resigno a ser amable.
-¿Qué te llevas, Jaimito? -me pregunta, mientras exhibe, colgados de una plaqueta de madera, los libros y discos que alguien ha copiado ilegalmente y que él ofrece, sin aparente remordimiento o vergüenza, a la cuarta o quinta parte del precio que cuestan en los locales comerciales.
-Nada, gracias -le digo. -Ya, pues, Jaimito, llévate algo, no seas así -insiste, con una sonrisa encantadora. (SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)

6 Comments:

Blogger DINTILAKO said...

(SIGUE)

Luego me enseña una copia de mi última novela. Es una reproducción tan exacta y cuidadosa, que por un momento me hace dudar de que sea una versión pirata.
-¿Cuánto cuesta? -le pregunto.
-Quince soles -me dice, alcanzándome el libro: nada más tenerlo en mis manos y echarle una mirada suspicaz, confirmo que se trata de una copia clandestina-. Pero a ti, por ser el escritor, te lo dejo en doce soles -añade, de un modo pícaro.
-Hombre, muchas gracias -le digo, sorprendido por su audacia.
-¿Te lo llevas entonces? -se entusiasma.
Para su fortuna, el tráfico no se mueve, a pesar de que el semáforo está en verde, pues unos colectivos están detenidos, dejando o recogiendo pasajeros, y nadie consigue avanzar detrás de ellos (ni, sospecho, dentro de ellos).
-No, gracias -le digo.
-Pero dicen que está chévere la novela -insiste el vendedor.
-Eso nunca se sabe, sobre eso hay opiniones divididas -me hago el humilde.
-Bueno, ya, te la dejo a diez soles -me pone en aprietos.
-No puedo, muchas gracias -me defiendo débilmente.
-¿Por qué no puedes, Jaimito? -se sorprende él, un hombre joven, moreno, de nariz aguileña y pocos dientes-. ¿Cómo no vas a poder, si eres billetón?
-Porque ese libro es pirata -me armo de valor-. Se supone que me estás robando. Si te lo compro, estaría siendo cómplice de un robo contra mí.
El tipo me mira extrañado, seguramente pensando que estoy loco o que he fumado alguna hierba, mueve la cabeza como quien se compadece de mí y dice, con aire melancólico:
-Ese Jaimito, el tío terrible. Te pasas, compadre. Lleva tu libro, pues, no te hagas el estrecho.
Ahora escucho los bocinazos repetidos de unos conductores comprensiblemente indignados, que se impacientan porque, de nuevo, el semáforo está en verde y esta vez soy yo quien, por negociar con un empresario callejero, está deteniendo el tráfico.
-Compra tu libro, pues, Jaimito -me ruega el vendedor.
-Pero yo soy el autor -le digo-. No lo necesito. Ya lo he leído.
-No importa -me dice-. Dale una repasadita, flaco. Regálaselo a alguien. O aunque sea hazlo para apoyar a la cultura.
Derrotado, le doy el billete de diez soles y me quedo con esa copia chapucera, mal encuadernada, en papel barato, algo borrosa la portada, de mi última novela. Acelero, pero sólo consigo avanzar unos metros, porque el tráfico es muy denso y el semáforo ha vuelto a rojo. El vendedor camina unos pasos y, sin perder el ánimo risueño, sigue a mi lado:
-Jaimito, todos acá en el semáforo somos tus hinchas -me dice, mientras otros vendedores ambulantes se acercan y me saludan y me hacen bromas-. Todos hemos hecho un billetito con tus libros. Acá mi compadre Wilberto le ha puesto el techo a su casa con lo que ha ganado con tus libros. ¡Saluda, pues, Wilberto, acá al joven Jaimito de la televisión!
Un hombre de edad incalculable, quizá de cuarenta o de sesenta años, de tez morena, ojos achinados, pelo canoso y ojeras prominentes, me mira con una gran sonrisa y me dice:
-Jaimito, gracias a ti saqué la calamina, te debo el techo de mi casa, compadre.
-Me alegro mucho, Wilberto -le digo.
Otro vendedor me muestra con orgullo la copia pirata de mi novela.
-Está vendiendo harto -me dice, como dándome una buena noticia, sin reparar en cuestiones tan abstractas como la propiedad intelectual o las regalías del autor-. Todavía tienes tu jale.
-Gracias, muchachos -les digo, conmovido por el desmesurado afecto con que aquellos peruanos encantadores me roban todos los días en ese semáforo tumultuoso de Lima, pero incapaz de verlos como ladrones o criminales o enemigos míos, pues sólo consigo ver en ellos a personas esforzadas, que luchan desesperadamente por sobrevivir, a unos promotores clandestinos e incomprendidos de la cultura, a mis lectores más agradecidos y fervorosos-. Gracias por ayudarme con la venta de los libros.
-¿Cuándo sale el próximo, Jaimito? -me pregunta el que me vendió mi libro pirata, que ejerce un liderazgo tácito sobre los demás.
-Todavía falta -le digo.
-¿Cómo cuánto falta? -insiste, para mi sorpresa.
-No sé, nunca se sabe bien -me hago el misterioso-. Pero calculo que saldrá en un año o dos, con suerte.
-¡Mucho tiempo, Jaimito! - se queja él, ofuscado.
-¡Tienes que sacarlo antes! -me exige otro pirata, envalentonado.
-Pero escribir una novela toma tiempo -me defiendo.
El semáforo está en verde. Conduzco lentamente, al ritmo agobiante de ese río de autos más o menos estragados. Ellos, un puñado de bucaneros sin culpa, corren a mi lado y siguen hablándome a gritos, con una alegría al parecer indesmayable.
-¡No seas ocioso, Jaimito! -grita uno de mis amigos piratas-. ¡Publica rápido, no te demores tanto!
-¡Acá somos tus hinchas! -me anima otro-. ¡Necesitamos tu nuevo libro!
-¡La crisis está dura, hermano! -grita un tercero-. ¡Colabora con nosotros! ¡Saca tu libro antes de Navidad!
-Así será, muchachos -les prometo, abrumado, tratando de abrirme paso entre esa enredadera de carros viejos y colectivos humosos que se hunden en huecos milenarios-. Voy a escribir rápido para sacar el libro cuanto antes.
Luego me alejo de ellos, pero alcanzo a escuchar la arenga conmovedora de uno de esos piratas adorables:
-¡Escribe, pues, Jaimito! ¡Mi señora está embarazada! ¡No seas vago, flaco!

5:15 PM  
Anonymous Anonymous said...

Chicos, alguien sabe por que no han pirateado la novela de Cueto.

4:07 PM  
Anonymous Anonymous said...

Claudita:

Nadie va a piratear la novela de Cueto, habría que ser huevón, los piratas lo que quieren es ganar billete, y el mamotreto de Alzonzo no lo compra nadie por más que venga con la cinta de "Premio Herralde". Tendrían que darle al Nobel para que algún pirata se mande.

7:21 PM  
Anonymous Anonymous said...

No me parece que la novela de cueto sea más mala, por ejemplo, que la de Roncagliolo

9:57 AM  
Anonymous Anonymous said...

Interesante curiosidad de claudia, yo tambien me preguntaba por que no habian pirateado ese libro de cueto, no le encuentro explicacion, viene igual que el de Roncagliolo con el membrete de haber ganado un premio, aquí hay gato encerrado.

10:07 AM  
Anonymous Anonymous said...

Yo tengo la explicación: Cueto les prohibió terminantemente a los piratas que piratearan su libro.

3:44 PM  

Post a Comment

<< Home